Keep Your Frenemies Close [Bastian]

Hoy es uno de esos días en que todo parece ir bien, en el que todo parece estar tranquilo y que nada ni nadie va a arruinar esa ilusión, parece que podrás pasearte por el poblado sin que ningún problema aceche cada esquina, o sin que un consejo de guerra te pille desprevenida y todos tus planes se vengan abajo. Realmente hoy parece ser uno de esos días. Lo sé en cuanto pongo un pie fuera de mi cabaña y veo a mis soldados durmiendo. Deberían estar haciendo guardia, sin embargo, están sentados y con la cabeza apoyada en la madera. Sacudo la cabeza y les doy un suave toque con el pie a ambos.

Tras comunicarles que saldré a dar una vuelta, sin escolta, me dirijo a las cuadras para coger mi caballo. No suelo hacer esto, lo de levantarme e ir a dar un paseo sola, pero es cierto que a veces lo necesito. Es temprano, así que dudo que vayan a aparecer de la nada peligros que amenacen mi vida, y, de todos modos, no me alejaré mucho.

Salgo del poblado y pronto dejo atrás mi campamento rodeado de altos y frondosos árboles, para seguir una senda segura que he recorrido mil veces a estas alturas. Le doy con la fusta al caballo para que acelere el paso hasta que me hallo sobre él corriendo deprisa. Siento el viento en la cara, y mi larga melena balanceándose de un lado a otro. Tiro de las riendas del caballo para salir del sendero hacia un pequeño claro que, a su vez, da a un riachuelo.

Me bajo del corcel y lo ato a la rama de un árbol, entonces me acerco al agua y recojo un poco con las manos para beber. Tras un par de sorbos, me mojo el rostro y el cuello. Lleno también la bota de piel que llevo atada a la silla del caballo y me recuesto en el árbol donde lo he atado. Miro al cielo, pensativa. No hay una sola nube, y el sol, que cada vez está más alto, brilla con fuerza. Me permito disfrutar de la tranquilidad del momento y del silencio del lugar, adornado solo por los cantos de los pájaros y el rumor del agua. Nada puede arruinarlo.

Mi pregunta es ¿qué acaso no sabemos que la peor idea es salir sin nuestros hombres? Los líderes no debíamos salir solos, pero nos encanta sentirnos como personas normales, nos encanta creer que somos uno más, uno menos, nos encanta creer que hay personas a nuestro alrededor que dependen de nosotros. La sorpresa que me encontré fue de lo más interesante que podía haber hallado, aunque antes de contarles la sorpresa, prefiero contarles como comenzó mi día, eso se llama manejo de masas.

La mañana había sido como siempre, los muchachos buscando alimentos desde temprano, unas cuantas quejas desde el principio, uno que otro niño me llamaba “rey” o en su defecto “sangre negra” mi padre había ensuciado la mente de mis hermanos, y ahora sería difícil limpiar el caos que hizo, tenía que tomar tiempo, mis consejeros seguían revolcándose, ¿cómo podían tener tanto sexo? Eran como conejos sacando las crías, alguno tenía que ser estéril, porque tanto y ¿nada? Como sea eso no me importaba, el cazador y la médica podían quedarse encerrados yo saldría un rato ¿así como así? Si, a pensar un poco.

Tenía una idea algo alocada de irnos a los páramos, fundar una especie de nación en el frío, sería difícil destrozarnos allá, tendríamos una base impenetrable y al mismo tiempo podríamos crecer como reino. Pero bueno, necesitaba pensarlo más, eso de el clima helado no le vendría bien a todos, en especial porque no éramos nómadas, muchos morirían en el trayecto, lo nuestro estaba en las cuevas, casi que teníamos cuevas personales.

El clima estaba siendo realmente intratable, lo suficiente para dejar mi camisa lejos, caminé un poco, llevaba mi “espada” atrás en mi espalda, el sudor me corría por el cuerpo, el cabello me daba mucho más calor, necesitaba amarrarme el cabello o en su defecto encontrar un riachuelo, mis pasos se hacían más rápidos, ya sabía dónde estaba, en un punto de mi camino ya estaba trotando, maldito clima por eso quería irme a los páramos. Metí mis manos en el agua y la restregué por mi cuerpo para refrescarme un poco, luego cómo sí fuese un niño que recién conocía el agua metí la cabeza con desespero, no solo para beber agua sí no para humectar mi cabello y mi rostro.

Saqué el rostro del agua para sentir una presencia ajena a la mía. –¿Quién vendría por estos lares? –Me pregunté a mi mismo escondiéndome entre los arbustos, era una chica… ¿Saben quién era? Lexa, una líder… Una líder como yo ¿Cómo podía saber quiénes eran lideres o no? ¡Vamos! Era lo que más nos preocupaba a los líderes, los otros y sus “políticas”. Saqué mi “espada” solo por precaución y casi que de cuclillas me sitié a su lado. –¿Te gusta la vista? –Podía ser un poco descarado, pero al menos tenía que acercarme de alguna manera, aunque sabía que esa no sería la adecuada.

Me falta tiempo para rodar sobre mí misma y alejarme de la presencia que estaba justo a mi lado. Desenvaino la espada y adopto una postura defensiva. ¿Pensaba que nada podía arruinar la mañana a solas que necesitaba? Mal pensado, Lexa.

Observo al hombre que tengo enfrente, a unos metros de mí. Parece que no tiene intención de atacarme, de hecho podría haberme matado si así lo hubiese querido cuando estaba con las defensas bajas, sin embargo, solo me ha sorprendido.

Es grande, mucho más alto que yo y obviamente con una musculatura a años luz de la mía. Puede que sea más ágil y rápida que él, pero un combate cuerpo a cuerpo acabaría conmigo en pocos minutos. Observo su pelo, esos mechones rubios. Me suena de algo, no es la primera vez que he visto a este hombre.

Un segundo vistazo, más rápido que el anterior me hacen darme cuenta de quién es; Bastian Svartsjäl. ¿Qué hace él aquí? Y me doy cuenta de lo estúpida que estoy siendo. Lo mismo tiene un ejército de hombres detrás de los árboles, esperando su señal para venir a por mí. Miro a mi alrededor, buscando indicios de alguno de sus hombres y agudizo mis oídos para captar cualquier dato de interés, pero no hay nada.

-¿Qué quieres, Sangre Negra?- le pregunto y me refiero a él con ese nombre porque es como muchos de mis hombres lo han llamado alguna que otra vez. Si mal no recuerdo es un apodo que le viene de familia, y no es precisamente algo que me indique que no vaya a destrozarme con sus manos.

Llevo la espada hacia atrás y tenso todos mis músculos, esperando a que de el primer paso para atacar y así estar preparada. Espero, por todos los dioses, que no tenga esa intención, porque yo no la tengo. Es un líder más, y nunca he tenido un enfrentamiento directo con su pueblo, así que ahora no es el momento de tener un encontronazo y que acabe mal, mucho menos ahora que los caídos están en nuestras tierras, Neelam y su constante amenaza y cómo no, los hombres de la montaña y todos los peligros que nos atan a ellos.

Lo único en lo que soy capaz de pensar ahora mismo es que debería haber traído el cuerno conmigo, así podría dar el aviso y salir corriendo si fuera necesario, eso o haber traído una escolta, pero nunca hubiese pensado que esto se tornaría en algo así, no obstante, algo me dice que todo va a ir bien y me obligo a tranquilizarme.

A la defensiva, así me agradaban más las personas, pero ¿tenía que llamarme “sangre negra”? Mi padre y sus ridiculeces habían llegado lejos no podía dejar que eso se alargará, para la próxima me estarían llamando “Rey Bastian” o algo así, no sería tan descabellado, pero todo a su tiempo, aún no era dueño de nada, y faltaba mucho para perpetuarme como alguien digno de seguir, no obstante mi acompañante tenía una reputación que la hacía famosa, además de su salvajismo. Podíamos hablar, claro que si, aunque era demasiado distante para mi gusto.

–Tranquila… Tranquila. –Guardé la “espada” lentamente. –Realmente no estoy para pelear, sí fuese a pelear te hubiese cortado el cuello ya ¿cierto? –Tenía que empezar por lo obvio, aunque muchos tomaran lo “obvio” como amenaza, está vez era cierto, tuve las mil y un posibilidades de llevarme su cabeza a mi casa como premio, pero no es mi estilo, no soy de los que ataca y luego pregunta, además no hay hostilidad en ella que yo pueda devolver, soy como un espejo prácticamente, todo lo que me dan lo reflejo, ella no me reflejaba nada, ahora me refleja defensiva. –Mi pregunta, real es… ¿Por qué tan sola y abandonada? ¿Qué no tienes un escuadrón de varios salvajes a tu alrededor? –Bueno eso pasaba cuando me tenían a la defensiva, aunque era increíble que Lexa supiese montar un caballo, no era tan salvaje como yo decía.

–Por sí te preocupa, creo que a pesar de que somos líderes, tenemos el mismo sentimiento enfermizo de querer estar solos, por eso estamos aquí. –Fue lo último que pude decirle antes cruzarme de piernas y sentarme frente a ella como si fuese un niño, tenía que mostrarle que no tenía la mas mínima idea ni razón para atacarle, solo éramos, ella, yo, un caballo, un riachuelo y miles de árboles, Woods Clan y Svartsjäl Kingdom estaban lejos de nosotros por el momento, solo éramos 2 seres humanos hablando con el otro, ¿qué beneficios podíamos sacar de esto?

En el momento en que lo dice, estoy de acuerdo. Podría haberme matado, capturado o los dioses saben qué, pero no lo ha hecho. De haberlo querido, mi espíritu ahora estaría vagando libre en busca del siguiente comandante y mi cuerpo inerte estaría yaciendo bajo ese árbol o siendo transportado a los dominios de él. Bastian podía haber aprovechado ese momento de debilidad para acabar conmigo.

Relajo los músculos, pero mi desconfianza me obliga a mantener la espada arriba, con la hoja apuntando hacia él. Entonces me pregunta porqué no llevo escuadrón. Podría darle muchas razones y motivos, los cuales me parecían maravillosos en su momento y ahora los veo como la mayor estupidez que se me haya podido pasar por la cabeza, pero en vez de eso entrecierro los ojos al oír el apodo que nos ha puesto a mi pueblo y a mí, aunque, sinceramente, no es el primero que lo piensa.

-¿Salvajes?- le susurro en una pregunta, pero decido no seguir por ahí, pues podríamos acabar discutiendo por algo que no merece la pena-. Coincido contigo. A veces sentimos la necesidad de estar solos, pero creo que ambos estamos de acuerdo en que salir sin escuadrón es un error.

Cuando se sienta enfrente de mí, no puedo estar más que sorprendida. Parece tener total confianza en que no voy a atacarle y sin duda me demuestra que él tampoco tiene esa intención. Bajo mi arma, algo insegura, y luego lo miro fijamente. Me intriga saber porqué se ha acercado a mí. De haberme visto desde una distancia prudencial y sin querer herirme, podría haberse largado y yo jamás me hubiera percatado, pero el hecho de que se haya arriesgado a enfrentarse a mí, me dice que debe tener alguna intención. La pregunta es si será buena o mala.

-Así que decides dar una vuelta, me ves y vienes a saludar. Qué amable por tu parte- aunque hay algo de sarcasmo en esa frase, mis facciones se muestran serias y severas-. ¿Debería preocuparme por no tener protección y estar lejos de mi campamento o debería ver esto como otra cosa?

Estiré mis brazos como sí tuviese sueño, estaba cansado pero no estaba así de destrozado, aún así me estiré un poco más, arqueé mi espalda y luego el cuello una vez más, la miré con una sonrisa y extendí la mano para que se sentara, sabía que el término “salvaje” no le había gustado, pero no era mi culpa, para mi ella y su gente eran unos salvajes. –Toma esto como un saludo amistoso de mi parte, cómo sí fuésemos dos vecinos que no se ven hace mucho, toma esto como no tengo nadie con quien hablar, porque nadie puede entender como me siento realmente y quiero hablar con una líder como yo.

Fin del comunicado era directo, conciso y podía ser un poco relajado, pero bueno, era un poco mi estilo, sí Bobby hubiese venido conmigo hubiese pedido la cabeza de Lexa, la joven podía agradecer que Bobby se la pasaba en su fogoso intento número 1000 de poblar nuestras líneas con un guerrero poderoso, aunque claro, como dije anteriormente a nuestro público ese intento era bastante fallido, comenzaba a dudar un poco de las capacidades reproductivas de mi consejero de ébano, sí bien era imponente y temerario aún no había podido bendecir la casa Drake con un heredero al consejo de nuestro pueblo.

Por otro lado ¿por qué la trataba como salvaje? Bueno, nosotros a pesar de haber tenido a un “rey” extremadamente supersticioso, nos había organizado bastante bien, ahora yo y mi gente eramos productos del orden establecido por mi padre, según tenía entendido Lexa y sus hombres eran eso, Lexa y sus hombres, guerreros, salvajes, con pocos conocimientos políticos. –¿Has oído hablar alguna vez de tratados entre pueblos? –Pregunté con desdén, obviamente tenía que haber oído hablar de aquello, quizás porque yo me la pasaba buscando tratados con tal de crecer más, ya fuese en población como armamentísticamente, aunque no se había dado mucho lo último, yo quería los conocimientos y armas del Monte Weather, pero eran muy malnacidos aún.

Esperaba pacientemente que mi acompañante se sentara y hablara un poco conmigo, no tenía la mejor apariencia para hablar de alianzas, estaba bastante húmedo y aún no recordaba donde había arrojado mi camisa, realmente no tenía imagen de rey, pero esperaba que pudiese dejar eso de lado para hablar un poco de nuestras gentes y nuestras fortalezas y debilidades.

Estiré de nuevo mis brazos y sonreí, ahora si hablábamos el mismo idioma, la idea de las guerras me gustaba, pelear, cruzar armas con otro, asesinar a alguien fuerte, a cualquier hombre que se consideraba fuerte, le gustaba la idea. Obviamente por ahí decían que cuando uno buscaba aliarse era porque buscaba evitar combatir, el miedo a combatir era miedo a saber si eras el débil o el fuerte. Por mi parte considero que combatir es para casos extremos, aunque me gusta la idea de pelear, tiene que haber un momento, los salvajes… A los que mejor empezaba a tratar como The Woods Clan, eran bastante fuertes hacernos aliados de ellos era una solución temporal importante.

Preferí omitir su mirada un poco curiosa, aunque me hubiese gustado verla en otra situación, quizás sí me hubiese escondido se hubiese dado un baño ¿en qué pensaba? ¡Enfócate Bastian, enfócate! ¿En qué estaba? ¡Cierto! Por fin se había dignado, no solo a sentar, sí no a hablar. La idea de estar con una igual me encantaba. Ahora era hora de hablar de alianzas. Estiré mis piernas hacía un lado y dejé caer mi cuerpo apoyando mi cabeza sobre mi mano y el codo sobre la tierra. –Disculpa mi posición, estando tu y yo solos puedo relajarme un poco, sí estuvieran mi consejeros tendría que mantener una postura erguida y no puedo mostrar debilidad ante mi igual y tengo de dar la mano de tal manera, somos dos iguales y eso me gusta. –Estiré mis piernas una vez más y bufé.

–Bien sabemos que tu gente y tu son guerreros infalibles, incluso ahorita mirabas mi pecho buscando algún punto débil. –Tenía que decirlo, una cosa era tratar de evitar las miradas y otra era los comentarios. –Tienes enfocado todo y eso los hace mejores guerreros, sí te das cuenta yo soy muy relajado, quizás necesito algo de ti y tú necesitas algo de mí. –Hice una pausa para ver la expresión de su rostro, las expresiones lo eran todo, más en ese momento en que había develado que había entendido su mirada a mi pecho. Me reí con fuerza y luego peiné mi cabello hacía atrás. –Volviendo al tema, nosotros somos cazadores, agricultores y también constructores, la idea es aliarnos, hacer un trámite de alimentos y cuestiones por el estilo, además de defendernos juntos de los ataques de Monte Weather.

No me agradaba la idea de defenderme de Monte Weather, yo quería aliarme a ellos, quería sus armas, pero vamos, eran unos cretinos completos, sí no lo lograba con ellos tenía que aliarme a los caídos ¿entonces? La idea temporal era de hacerme de los servicios de los mejores guerreros de los grounders y junto a mi mente militar y nuestros alimentos podíamos hacer una alianza bastante grande, la cuestión era que ella aprobara, aunque claro, quizás no le gustaría mi relajo, pero no era mi culpa sí me quería ver serio y quieto, tenía que verme encerrado en el reino, con el consejo tratando de hacer justicia entre mi gente, ahora no. Ahora éramos ella y yo.

En el momento en que oigo en su boca la palabra debilidad, y que la posición que está tomando lo hacen como tal a ojos de sus consejeros, decido que me gusta. Lo entiendo. En alguna parte de mi interior me gustaría relajarme tal y como él acaba de hacer. Me gustaría bajar mis defensas y sentirme libre, libre de verdad. Dejar caer todos esos muros que crean la muralla entre mi mente y mi corazón, pero no puedo.

-A mi me gusta que te refieras a mí como un igual. La mayoría de líderes masculinos de otros clanes me consideran débil por ser una mujer-. Aunque eso es justo lo que me hace más fuerte. No tengo la necesidad de yacer con un hombre, pero ellos sí que la tienen. He conseguido que los sentimientos no sean un problema para mí, pero ellos, la mayoría, siguen sus propios intereses, no los de su pueblo y entonces es cuando yo me hago casi invencible, cuando demuestro que he nacido para esto y no dejo que cosas externas me desconcentren.

Pues sí que se ha dado cuenta de que mis ojos han rodado por su pecho, aunque parece que lo ve como algo distinto a lo que ha sido. Cree que estaba buscando su punto débil. Ahora sí que miro hacia él, hacia el punto exacto dónde está su corazón. Sonreiría, pero no lo hago. Hago que mis ojos vuelvan a los suyos de manera fría, y asiento.
-Puedo presumir de tener uno de los mejores ejércitos de todos los clanes. No tienen miedo, son diestros, fuertes, imparables y leales. Ni uno solo se atrevería a deshonrar a su pueblo -. Hago una pausa y cruzo los brazos, dejando a un lado por fin todas las posibilidades de coger una de mis armas y atacarle-. Necesitamos constructores y agricultores- le informo, cediéndole a la confianza un poco de espacio-. Nuestro campamento no tiene una buena base, y muchos de mis guerreros pasan la mayor parte de la noche vigilando que no nos ataquen- hago una pausa. Acabo de confesarle que si quisiera podría acabar con mi campamento en un abrir y cerrar de ojos cualquier noche que le venga en gana, pero si vamos a hacer esto, tengo que confiar en él-. En cuanto a las cosecha, nuestra tierra es poco fértil y no siempre dan el resultado que esperamos.

Tiene las ideas claras. No parece titubear en cuanto a aliarnos. Sopeso todas las posibilidades. No hay motivos aparentes para no hacerlo. Su pueblo no ha tenido problemas con él mio nunca. No hemos dado paso a una guerra, aunque tampoco a una alianza, y si anteriormente no hemos tenido ningún tipo de conflicto, ¿no sería propicio mantener un acuerdo con su gente? ¿Qué diría Gustus sobre esto? ¿Qué haría Indra ante la posibilidad de tener un ejército mayor que co-liderar?

Me quedo pensativa durante unos minutos, mirando la hierba que crece en el claro. Podemos ayudarnos. Les ofreceremos guerreros y ganado, y ellos a cambio podrían reforzar nuestros edificios y donarnos parte de su cosecha o enseñarnos métodos que hagan que la nuestra sea mejor. Y luego está la cuestión del Monte Weather. Nuestra mayor amenaza.

-Está bien- acepto-. Tu pueblo y el mio pueden ayudarse. No somos unos líderes sanguinarios, solo queremos el bien de los nuestros, ¿verdad?-. Hago otra pausa para dejarle tiempo, sin embargo, no puedo mostrar ni un signo de debilidad-. Pero, si alguna vez, sin motivos aparentes, rompes el acuerdo, dedicaré mi vida a acabar contigo, ¿lo entiendes?

No debería amenazarle, no cuando esto va bien y estamos a solas, sin testigos o alguien que pueda ayudarme en caso de que acabe mal, pero tengo que dejar clara mi posición y que pase lo que pase no voy a dejar que la idea de una alianza me de la seguridad de que la traición no existe. Porque ahí está y ahí estará. Por eso debo advertirle; el bien de mi pueblo siempre está en primer lugar.